Primera lectura (Sabiduría 8:9-16)
9 Decidí, pues, tomarla por compañera de mi vida, sabiendo que me sería una consejera para el bien y un aliento en las preocupaciones y penas: 10 «Tendré gracias a ella gloria entre la gente, y, aunque joven, honor ante los ancianos. 11 Apareceré agudo en el juicio y en presencia de los poderosos seré admirado. 12 Si callo, esperarán; si hablo, prestarán atención; si me alargo hablando, pondrán la mano en su boca. 13 Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a los que después de mí vengan. 14 Gobernaré a los pueblos, y las naciones me estarán sometidas. 15 Oyendo hablar de mí, soberanos terribles temerán. Me mostraré bueno entre las multitudes y valiente en la guerra. 16 Vuelto a casa, junto a ella descansaré, pues no causa amargura su compañía ni tristeza la convivencia con ella, sino satisfacción y alegría».
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 9,22-23.24-25.28-29.35 )
— No te olvides de los humildes, Señor
— No te olvides de los humildes, Señor
— ¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento del aprieto? La soberbia del impío oprime al infeliz y lo enreda en las intrigas que ha tramado.
— El malvado se gloría de su ambición, el codicioso blasfema y desprecia al Señor. El malvado dice con insolencia: «No hay Dios que me pida cuentas.»
— Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes; su lengua encubre maldad y opresión; en el zaguán se sienta al acecho para matar a escondidas al inocente.
— Pero tú ves las penas y los trabajos, tú miras y los tomas en tus manos. A ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano.
Evangelio (Lucas 9:1-6)
— El Señor esté con vosotros.
— Él esta en nuestro medio.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Lucas.
— Gloria a Ti, Señor.
1 Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades;
2 y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. 3 Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. 4 Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. 5 En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» 6 Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
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